Tener hijos es un asunto que actualmente, no se está produciendo. La tasa de natalidad no aumenta, mientras la de mortalidad no cesa. El motivo principal de este hecho, radica en que la crisis económica, la falta de trabajo y las escasas ayudas, hacen que los jóvenes sean más reacios a ello. En cuanto al aumento de la mortalidad, las enfermedades cardíacas, el cáncer y los accidentes de tráfico, son las causas por las que esta tasa sigue incrementándose. Sin embargo, podríamos encontrarnos ante una nueva causa: la infertilidad masculina.
Una disminución considerable de espermatozoides
Según científicos israelíes, se ha demostrado que el recuento de espermatozoides en los países desarrollados, ha reflejado un descenso durante los últimos 40 años del 1,6% por año. La investigación, podría dilucidar un problema grave y real que no solo están sufriendo actualmente las mujeres, la infertilidad.
Según los expertos, dichas estadísticas deberían constituir una llamada de atención a la comunidad científica para que comience a realizar diversos estudios que aborden este tema. Según dichos científicos, el conteo de espermatozoides masculinos, alcanza niveles realmente bajos. Los niveles de reproducción de las personas, también podrían verse afectados, un asunto que ha sido calificado como muy grave. Por otra parte, el sector femenino está de suerte, puesto que este asunto dejaría de considerarse únicamente como algo femenino y empezará a investigarse la incidencia que tiene en el hombre.
Escasas clínicas de conteo de esperma
Actualmente, sí que existen clínicas que estudian y tratan la infertilidad femenina en Europa, pero no existen aquellas que se centren en el bajo conteo de esperma. Este asunto, hace que se considere como un problema en todo el mundo que se debe investigar a fondo. Asimismo, constituye una oportunidad a la hora de zanjar con la discriminación en este ámbito.
En cuanto a los lugares donde se ha observado una mayor disminución de conteo de esperma en los hombres, destacan América del Norte, Europa, Australia y Nueva Zelanda. A pesar de ello, un patrón similar se ha hallado en América del Sur, África y Asia.
A día de hoy, existen pocos recursos destinados para que los científicos puedan estudiar cuáles son las causas de dicha disminución. Lo cierto es que ha afectado a los hombres durante más de 40 años y parece que ha llegado el momento de que se haga una profunda investigación en ello.